El talento estratégico del General Sun Tzu edificó en torno suyo un baluarte de prestigio, el cual gracias a El arte de la guerra ha sobrevivido al paso de los siglos.
Mientras se recorren las páginas del libro, resulta interesante imaginar el despliegue de las tácticas y estrategias en él planteadas: cuándo atacar, cuándo esperar, y cuándo retirarse. Sin embargo, encuentro la verdadera riqueza de este libro en las metáforas no intencionales que el texto construye sobre distintos ámbitos de la vida cotidiana actual.
La vida no es guerra, sin duda. Pero la mayor parte de las personas buscan algo: ganar. Y el convertirse en el ganador de un ámbito implica la existencia previa de lucha a modo de competencia. Ganar es el resultado de haber recorrido un proceso de manera exitosa: bien lo saben el empresario, el medallista olímpico, el empleado y el estudiante. En ocasiones, tales luchas son interiores y no involucran a otras personas, pero para el resto de los casos, Sun Tzu tiene algo que decir.
Veo en El arte de la guerra un libro que en estricto sentido debería haber caído en el olvido, pues el contexto para el cual fue escrito desapareció desde hace siglos. Sin embargo, la sutileza de los mensajes logrados mediante la interpretación civil contemporánea de las estrategias bélicas antiguas, logra dar al lector la oportunidad de generar aprendizaje dentro de su propio contexto individual.