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Consultoría o no.

El dilema inexistente.

Consultoría o no

Dos personas en una sesión de consultoría.

Mientras algunas organizaciones consideran los ejercicios de consultoría como parte habitual de sus herramientas de mejora, otras la piensan en ella como una práctica carente de utilidad. Sus razones, aunque variadas, caen por lo general en alguno de los siguientes razonamientos:

  • Un consultor externo no podrá solucionar los problemas de la organización sin conocerla a fondo ni ser parte de ella.
  • Un consultor ajeno a la estructura jerárquica de la empresa no logrará propiciar cambios en las personas por carecer de autoridad.
  • En vez de buscar soluciones a los problemas de la empresa, los consultores reutilizan esquemas prefabricados.
  • La empresa cuenta entre su personal con todas las personas necesarias para atender necesariamente cualquier problema.
  • El costo de la consultoría es elevado y no se justifica.
  • La empresa carece de algún problema que requiera de la participación de un consultor.

Larga tradición empresarial.

La consultoría no es una práctica nueva. Aunque sus primeros orígenes podrían remontarse a la Revolución Industrial, las primeras prácticas documentadas tuvieron lugar a finales del siglo 19. Sin embargo, comenzó a ser una práctica común en 1929 y 1930, sobre todo en Estados Unidos y los países más industrializados de Europa. La consultoría empresarial como herramienta de uso común para las organizaciones, está próxima a cumplir un siglo de práctica, pero si se le entiende desde su esencia más general y básica la cual consiste en el compromiso de dos partes, la consultora y la consultante, para atender y resolver una situación problemática, sus orígenes serán casi tan antiguos como la propia civilización.

Considerando su larga trayectoria y en particular la importancia obtenida durante las últimas décadas, la consultoría hoy es comprendida por la mayoría de las empresas como una alternativa de la cual pueden disponer para atender una situación atípica, ya sea un problema, un reto, o un análisis o un proyecto, ofreciendo un número considerable de ventajas que la colocan como una opción altamente atractiva. Incluso aquellos factores que para algunas personas podrían resultar desventajas, son en realidad puntos favorables, como revisaremos a continuación:

Desventajas aparentes y ventajas evidentes.

¿Podrá un consultor externo solucionar los problemas de la organización sin conocerla a fondo ni ser parte de ella?

Los consultores, por sí solos, no solucionan problemas. En cambio, participan en esfuerzos conjuntos con la empresa para trabajar en su solución. Lo consultores suelen ser altamente efectivos en la identificación de causas y en la propuesta de líneas de acción, pero para alcanzar los objetivos establecidos se requiere de la colaboración de todos los involucrados.

Para el consultor es una ventaja el no ser parte de la organización, pues carece de los efectos de la ceguera de taller, por lo cual está en mejor posición para analizar y evaluar las condiciones reales de la empresa.

¿Un consultor ajeno a la estructura jerárquica de la empresa será capaz de propiciar cambios en las personas, incluso careciendo de autoridad?

En realidad, sí. Aunque el consultor sea ajeno a la empresa y por ende, no sea parte de la estructura jerárquica, su función es la de generar mejoras en la empresa, buscando lo mismo que las personas que la integran y generando así objetivos en común. Desde luego, los cambios no son siempre bien recibidos por todos y con frecuencia surgen personas que de manera activa o pasiva, preferirían no ser parte de las líneas de acción. Usualmente el consultor cuenta con las habilidades necesarias para lograr la participación general y comprometer a todos los involucrados con los objetivos planteados. En última instancia, la consultoría obedece a la voluntad de la organización y de las personas que la dirigen, por lo que de facto cuenta con cierto nivel de autoridad, la cual está implícita en su existencia y rara vez es necesario aclarar.

¿Los consultores reutilizan esquemas prefabricados, en vez de buscar soluciones a los problemas de las empresas?

Esta podría ser una pregunta capciosa. Los consultores se dedican activamente a atender los objetivos de la consultoría y resolver los problemas considerados. Para ello, se basan en una gran cantidad de información con base en sus observaciones, análisis, conocimientos y experiencias. El fin último de una consultoría es el mejorar la situación deseada entendida como el objeto de la consultoría, lo cual involucra las particularidades propias de la empresa, y solo de esa empresa.

Los consultores no solo echarán mano de las herramientas con las que cuenta, sino que aprovecharán sus experiencias previas a fin de enriquecer el ejercicio lo más posible. Adicionalmente, guiarán algunos de sus criterios por las mejores prácticas, las cuales establecen la forma óptima de hacer algo, adaptando y balanceando la realidad y el contexto de la organización.

En resumen, los consultores no reutilizan soluciones previas, sino que como parte de sus metodologías son capaces de brindar soluciones congruentes aun bajo realidades distintas. Esto es una de sus principales fortalezas, y también una de las principales razones de su existencia.

¿La empresa cuenta entre su personal con todas las personas necesarias para atender necesariamente cualquier problema?

Esto no solo es altamente probable, sino totalmente deseable. Sin embargo, las empresas –o en particular, las personas en las empresas— desarrollan prácticas y costumbres desfavorables para la atención de ciertas condiciones. En ocasiones se crean filias y fobias capaces de generar niveles de complejidad adicionales a las estructuras, o bien, surgen liderazgos (y en ocasiones antiliderazgos) que dificultan las operaciones y la participación entre áreas.

El consultor no tiene una figura de largo plazo que mantener, ni ocupa una posición jerárquica. Estos dos factores son poderosos instrumentos para lograr hacer lo que las personas que conforman la organización simplemente no podrían. Si bien las empresas pueden contar con el talento necesario para atender y superar sus problemas, con frecuencia surgen factores adicionales que enmascaran, dificultan, lastran o incluso imposibilitan el progreso.

¿El costo de la consultoría es elevado y no se justifica?

La consultoría es una actividad económica, y como tal, obtiene beneficios mediante su práctica. Esto, de ninguna manera, significa que sea un servicio caro, y mucho menos que su gasto (o “inversión”, como gustan llamarlo muchos consultores) no se justifique. La contratación de un servicio de consultoría tiene asociadas, necesariamente, mejoras para la empresa. La consultoría se concentrará en generar cambios favorables, evitar situaciones adversas, aprovechar oportunidades, y obtener resultados en mejores tiempos. Como regla general, los montos erogados por concepto de consultoría serán recuperados en pocos meses por la empresa.

Adicionalmente, la empresa estará contratando profesionales expertos de alto nivel beneficiándose de sus servicios solo por el tiempo necesario, lo cual resulta mucho menos costoso que integrar a especialistas a la nómina de forma permanente.

Los consultores tendrán dos propósitos firmes en la cabeza. El primero será cumplir con los compromisos realizados, cubriendo todos los objetivos. El segundo, generar condiciones duraderas para la empresa que le impliquen beneficios económicos y justifiquen el costo del servicio, cubriéndolo rápidamente y conservando los beneficios en el largo plazo. Los consultores buscan relaciones de largo plazo con sus clientes, y saben que la única forma de lograrlo es proporcionándoles beneficios.

¿Siempre se requiere la participación de un consultor?

Definitivamente no. Las empresas cuya actividad suele ser repetitiva al igual que sus condiciones pueden olvidarse permanentemente de la consultoría. La consultoría tiene sentido cuando surgen situaciones problemáticas complejas o repetitivas; cuando se anticipa una adversidad considerable, como la entrada de un nuevo competidor al mercado; cuando la empresa crece y afronta cambios difíciles de acoplar y coordinar; cuando es necesario resolver la forma en la cual participan los accionistas, sobre todo en empresas con composición familiar; cuando se desea realizar ajustes en su estrategia a fin de establecer las bases de su permanencia a largo plazo; cuando se considera adoptar nuevas líneas de negocio, o adaptar las existentes; o en general, cuando tiene ante sí una situación para la cual considera valioso contar con la ayuda de un profesional externo, ya sea por su técnica, experiencia, neutralidad o conocimientos.

Dilema inexistente.

El dilema de la consultoría no existe. La consultoría ofrecerá beneficios por encima de su costo, tal y como lo hacen la mayoría de las erogaciones realizadas por la empresa, como una silla, una comida de negocios, o una computadora. Y al igual que la silla, la comida de negocios, o la computadora, la asignación del gasto deberá obedecer a una causa bien identificada, a fin de tener una razón de ser.

Así como en nuestras empresas tenemos bien definido al equipo legal que debemos recurrir ante un problema jurídico, o a la empresa de marketing para atender nuestra próxima campaña publicitaria, el contar con un proveedor de consultoría es disponer de una opción a quien solicitar apoyo cuando la empresa así lo requiera.